Gracias por pasarte
por este blog , aquí te informare sobre un de las leyendas más importante a lo
largo del siglo XVI y esta es la leyenda del dorado
ORIGEN
Esta
leyenda toma su originen en los turbios acontecimientos de
la colonización en el siglo XVI , cuando los españoles escucharon
por parte de los indígenas un famoso relato de un cacique que
vivía en una ciudad hecha de oro con riquezas incalculables. Lo que mas
les sorprendía a los españoles era que los
indígenas comentaban de un gran ritual que se efectuaba en el
dorado y consistía en que el cacique se recubría de polvo de oro en
el centro de una laguna para venerar a una deidad y espiar sus pecados, era la
famosa ceremonia del cacique de oro.
Los
españoles realizaron varias expediciones en búsqueda de esta tierra
de grandes riquezas que se encontraba ubicada en el (altiplano-cundiboyacense)
en la laguna de guatavita en el virreinato de la nueva granada.
afortunadamente los colonizadores nunca tuvieron éxito e su
búsqueda.
LEYENDA
UBICACIÓN
se
cuenta que este cacique encontró a su mujer en un gran acto de infidelidad
, a causa de esto la ira del cacique fue tan grande que ordeno a los
indígenas que le recordaran su infidelidad por medio de coplas y relatos
que la dejaran en vergüenza hasta el día de su muerte. La mujer no
aguanto el remordimiento y la humillación causada por su pueblo
así que decidió irse con su hija y dejar la tribu , el cacique al
darse cuenta de esto envió hombres en su búsqueda, estos persiguieron a
la mujer y a su hija hasta una laguna ( laguna de guata vita )
donde des-afortunadamente las dos se ahogaron.
El
cacique arrepentido por lo ocurrido quiso buscar la ayuda de los sacerdotes ,
estos le dijeron que su mujer todavía estaba con un vida
en un palacio en el fondo de la laguna y que debía honrarla con
ofrendas de oro para espiar sus pecados
UBICACIÓN
Laguna de Guatavita
La laguna de Guatavita, escenario natural
y sagrado del acontecimiento lucía su superficie tranquila y
cristalina como una gigantesca esmeralda, engastada entre hermosos cerros. Las
laderas, con tupidos helechos, mostraban botones dorados de chisacá, chusques
trenzados como arcos triunfales, sietecueros y fragantes moras. El digital,
como un hermoso racimo de campanitas, matizaba de morado el paisaje; el diente
de león, cual frágil burbuja, arrojaba al viento sus diminutos paracaídas para
perpetuar el milagro de su conservación y los abutilones de colores rojos y
amarillos sumaban al concierto de belleza natural, el diminuto y tornasolado
colibrí, su comensal permanente
Jiménez de Quesada llegó
al territorio muisca en búsqueda de ese Dorado. Trepó a la cordillera de los
Andes desesperado de ir muy al sur y no encontrar lo que quería. Su deseo era
atravesar las montañas y llegar a los Llanos, pero en el camino encontró la segunda
mejor opción para cualquier conquistador: gente que podía ser encomendada,
gente que obedecía a sus caciques, que practicaba la agricultura y que producía
excedentes. No tenían minas de oro, pero poseían adornos de ese metal y además
explotaban esmeraldas. El botín, aunque lejos de ser como el mexicano o el
peruano, no era despreciable. Pero una vez trascurrido un año, la mira se puso
de nuevo en los Llanos: los españoles se dirigieron al oriente, descendieron a
los Llanos y penetraron las selvas. No les fue bien. El clima hostil y los
indígenas impidieron que la expedición prosperara.
No obstante, en los Andes la sed de oro no
acababa. Las encomiendas se habían repartido, y los conquistadores más pobres,
como siempre, se habían quedado con nada. Ellos tendrían que buscar riqueza por
su cuenta. Alguna la tendrían los muiscas: al fin y al cabo, ellos elaboraban
tunjos de oro, cobre y aleaciones que ofrecían a sus dioses. Habría que buscarlos.
Por lo menos había una pista: las lagunas eran sagradas. Allí quizá podrían
encontrar riqueza fácil. Y así apareció la leyenda de Guatavita, como había
cientos de otras leyendas comparables: una laguna donde, según algunas fuentes
españolas tardías, y bastante cuestionables, se oficiaba la ceremonia de
posesión del antiguo cacique de Guatavita. En 1550, cuenta el cronista Cieza de
León, el Rey dio la orden de drenar el lago. En 1562, Antonio de Sepúlveda
obtuvo licencia para hacerlo y parece que sacó una buena cantidad de oro.
Luego, en 1625, un grupo de españoles trató de hacerlo nuevamente, sin mayor
resultado. Después de la Independencia, José Ignacio París y algunos
extranjeros se unieron en el propósito de desaguar la laguna, pero su intento
se transformó en un desastre que terminó por matar algunos trabajadores.
Finalmente, las miras se pusieron en otras lagunas cercanas, incluida la laguna
Siecha, en la cual finalmente se encontraron algunos objetos de oro; aunque
nunca se dejó de explorar Guatavita(CARL HENRIK LANGEBAEK 2006 ANTROPOLOGO )
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